29 de enero de 2017

Percepciones



Qué fácil es decirle a alguien que no debe sentirse menos, que fácil es pedir que cambies tus pensamientos de culpabilidad, que fácil es pedir sonrisas. Qué fácil es todo eso cuando no eres tú la persona que se siente de mil maneras, y ninguna bonita. Que sencillo es intentar arreglar un problema, que tú no has causado y que por mucho que te esfuerces no depende de ti que se arregle.

Muchas veces ocultamos esos sentimientos que creemos que la gente no va a entender, no deberíamos ya que es como un bomba que un día acabara explotando. No me gusta ocultar como me siento, no suelo hacerlo… no suelo saber hacerlo. Pero en algunas ocasiones es la mejor solución cuando no logras expresar como te gustaría y por consecuencia sientes que no se comprenden unos sentimientos o un problema que tienes con la percepción de ti misma o de todo aquello que haces.

No busco todas las respuestas a mis sentimientos ni una solución para que desaparezcan mis sombras, a veces simplemente paciencia y un abrazo. Pero puede que sea difícil ponerse en la piel de alguien que te importa y comprender que es incapaz de verse a sí misma como tú la ves, que no puede evitar sentir ese halo de culpabilidad por lo que sale mal y que aunque no se vea daría millones por cambiar esa manera de verse a sí misma y a todo lo relacionado con ella. 

A veces simplemente buscamos un ojo crítico que sepa ver cuando esas malas formas o esa discusión, en el fondo son una respuesta ante el miedo de estar haciéndolo mal o no ser lo que aquel que le importa espera.

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