21 de abril de 2016

Sombras

Es tan fácil pintar máscaras alrededor de nuestro rostro en un intento de no preocupar a aquellos que te importan, que te acabas acostumbrando a engañarte a ti misma. Sé que no debería ser, pero hay tantas cosas que son y que no deberían.

Todos tenemos sombras, unos más que otros. Sombras que por mucho que las escondas debajo de la cama o en el armario, cada anochecer te dan las buenas noches para que no te olvides de ellas. Algunas desaparecen con el tiempo, otras son creadas por el tiempo. Unas las borras día a día, otras la propia experiencia las dibuja en tus pensamientos. Unas son grises claritas, otras de un negro carbón. Pero para mi las peores, son aquellas que aparecieron en tu infancia y que aunque en momentos buenos son menos visibles normalmente las malas experiencias y las heridas las hicieron tan fuertes que a veces dudas si algún día se irán.


No suelo esconder todas mis sombras, algunas dejo que se vean, no a cualquier persona por supuesto. En cambio hay otras, las más fuertes y oscuras de todas, que no quieres que nadie las vea. A veces se escapan y alguien puede intuirlas, ahí es cuando quienes pensabas que iban a estar a tu lado deciden que esas inseguridades son demasiado fuertes como para seguir en tu vida o que simplemente no les importabas tanto como para querer ayudarte. Una tras otra al final decides guardarlas bajo llave. Tan acostumbrada estas que eres una gran experta. Pero aunque muchos lo parezcan, nadie es de piedra. 

Nunca me he considerado de piedra, al contrario, soy la cosa más sensible que os podáis imaginar y me gusta decir qué siento, pero no hablar de mis sombras. Sombras que tenía controladas (más o menos) hasta que apareciste él. ¿Por qué él? Ya he contado muchas veces que dio la vuelta a todo lo que yo había creído hasta el momento y que no dejó nada en orden. Ya he contado que a veces me pregunto qué verá para querer compartir conmigo su tiempo.

Tiendo a la negatividad, es un hecho. Pero por suerte eso también parece que cambia, desde que le tengo a mi lado. O al menos cambia en cierto punto, porque no quiero que vea esas sombras que tan cercanas a mi están. No quiero porque esas sombras son las que en estos años han alejado a muchas personas de mi, y por consecuencia mi mente da por hecho que volverá a pasar.

Sé que mil y una veces me ha repetido que eso no va a pasar, pero se lo difícil que es lidiar con las sombras de alguien. Sé que esas sombras son la causa de muchas de las cosas que puedo hacer mal a lo largo del día. Y se que puede cansar. Solo espero, que por una vez sea la excepción que confirma la regla.

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