19 de mayo de 2015

Una sonrisa, pero no cualquier sonrisa: Tú sonrisa

Llevaba semanas buscando las palabras, buscando como empezar de nuevo una carta que en mi interior se que nunca leerás, pero que nunca dejo de escribir aún con el paso de los años. Llevaba buscando semanas las palabras, pero últimamente solo me salen lágrimas como respuesta, intento evitarlas por si da la casualidad de que es cierto eso que dicen de que me puedes ver, lo cual a veces consuela...a veces se queda corto ante tal sentimiento de añoranza y vació.

Cada día que me da por recordar es duro, al principio era negación,rabia de que te apartaran de mi lado o impotencia ante el miedo de no haberte demostrado lo que significabas para mi. Soy de las que dicen que el tiempo es el bálsamo de las heridas, que todo lo calma, pero que no estés conmigo no lo calma nada.

Hay muchas cosas de las que me he ido dado cuenta en estos cuatro años: gente que se queda, gente que se va, caminos que no deberías haber andado, caminos a los que quieres regresar, errores, aciertos...la lista sería eterna. Todas acaban un simple recuerdo del cual aprendes. Pero el darme cuenta de que desde aquel día nadie ha logrado hacerme sentir esa sensación de seguridad plena en que no se van a ir de mi lado, en que sea lo que sea va a ir bien... Solo tú lograste eso.

Mientras intento escribir, me vienen demasiados recuerdos, el primero suele ser tu voz. Es curioso, ya no es tan nítida como al principio, poco a poco se va convirtiendo en un suave susurro. Y luego tu sonrisa, esa sonrisa eterna que me prohibía empañar mis ojos en lágrimas. No cualquier sonrisa, esa sonrisa que no hacía falta verse reflejada en las comisuras de los labios ya que habitaba siempre en tus pupilas. Para mi esa sonrisa era la clave de tu forma de mirar el mundo, fue la clave en que yo aprendiera a mirar el mundo con esa sonrisa. Por suerte, esa imagen nunca es borrosa. Por suerte esa sonrisa la llevo cuando miro lo que me rodea, y a veces también la llevo en mis labios, sobretodo cuando me recuerdo que era lo único que me pedías: que sonriera.

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