Aquí están los monstros del
pasado. Hacía tiempo que no me acompañaban en mis pasos. Pero han vuelto cuando
has parecido tú, no suelo creer en las coincidencias, todo pasa por algo. Las
dudas, la ansiedad, el miedo entraron de nuevo en mi mochila y viajo con ellos
desde entonces. Los intento ignorar, pero se hacen más grandes según pasando
los días.
Sé que vienen del pasado, que no
debería sentir su compañía ahora mismo porque no hay motivos. Pero siento su
aliento en mi nuca cada noche cuando intento dormir y no pensar, solo dormir.
Y entonces me culpo, me culpo por
abrirme sabiendo que volverían. Debí no asomarme por la ventana aquel día en el
que noté esa maldita corazonada. Pero pese al peso de la mochila, a sus
alientos, a sus palabras al miedo constante… me asomo cada día por la misma
ventana. Me recuerdo que son miedos del pasado, que solo debo afrontarlos, que
ya lo he hecho antes.
Pero nadie dijo que fuera fácil.
No lo está siendo. Nadie me puede asegurar no acabar herida. Aun así, mis
corazonadas dicen que no tienes la culpa y que me quite la mochila para poder
asomarme a la ventana siempre que quiera.